Para la época en que todos se van de vacaciones juntos, nosotros conducimos solos con la música altísima en el stereo de un auto impecable.
En las banquinas de las rutas hay familias enteras: un padre, una madre, un hijo.
Al borde del camino -al borde de nosotros-, canastas del color dorado llenas de dulces, panes y cereal; para comer en grupo sobre un mantel tendido. Una, dos, tres raciones.
El viento les sopla los pastos, encima. Los camiones del cereal siempre terminan en los puertos. Los proyectos de dos, siempre terminan en otra cosa, algo impensado.

Al auto me gusta manejarlo a 110, mirar por el retrovisor las partes del paisaje que va quedando al costado. Así aparece otra familia, con su picnic tendido. Esa belleza del sol,
tocando los bordes de los autos break. Las canastas, los pelos de un chico bajo, corriendo por el costado.

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